Título: Ciudades de Papel (Paper Towns)
Autor: John Green
Año de publicación: 2008
Número de páginas (en España): 365
Calificación: 6,5/10.
Hace que te replantees la forma de ver a las personas y, sobre todo, a los amigos.
También hay libros que parece que no van a terminar jamás, la trama es lenta, los personajes no tienen nada que parezca remotamente interesante y los vas dejando hasta que o bien los terminas en medio de un tedio sofocante, o simplemente los dejas sin terminar en un baúl de recuerdos que no tienes mucha intención de visitar.
Y luego está Ciudades de Papel.
He de admitir que me estoy leyendo los libros de John Green según van haciendo las películas porque mi lista de libros pendientes es casi infinita, pero aun así no quiero ir a ver la película sin haber leído el libro antes. Dicho esto, si deducís que el único libro de Green que me había leído hasta ahora era Bajo la Misma Estrella, no podíais estar más acertados.
Bajo la Misma Estrella fue una mezcla trepidante de personajes increíbles, humor y llorera infinita que me encantó, aunque no vaya a repetir la experiencia en un futuro cercano.
En un error de criterio, pensé Ciudades de Papel iba a engancharme del mismo modo que su hermana pequeña, pero no.
El libro cuenta la historia de Q (Quentin), que se encuentra enamoradísimo de Margo Roth Spiegelman. O eso cree él. Y es que Margo y él no se han hablado en años, pero aun así él seguía enamorado. Se imaginaba Margo, cómo sería ser su novio, qué diría en ciertas situaciones y todo gira en torno a Margo Roth Spiegelman, que, tras pasar una noche con Q dedicada a la venganza, desaparece, dejando pistas.
A partir de entonces el libro se convirerte en un tedio en el que se ven a tres chavales hormonados intentar seguir las pistas que Margo dejó para Q. Éste se imaginaba que cuando encontrara a la chica ella correría a sus brazos y se le abriría de piernas gritando que era suya, porque así creía Q que era Margo Roth Spiegelman. En resumen, poca acción y demasiado tío.
Todo esto, junto con la pesadez que era aguantar la Oda a Margo Roth Spiegelman hizo que dejara el libro y de no ser por Sara (@Sstiff_), no lo habría retomado, y, la verdad, me alegro de haberlo hecho.
Me lo tomé como un trabajo de literatura y empecé a anotar ciertos aspectos técnicos: el diferente uso del tiempo presente y pretérito a lo largo del libro, algo que asocié con el transcurso de la acción y con la invariabilidad de lo que se escribe, como cuando Q está analizando el poema de Whitman; el paralelismo entre Ahab (Moby Dick) y Q, ambos tras un premio, ambos destinados a fracasar a menos que cambiaran. Pero Q cambió, durante la segunda parte del libro vemos a Margo Roth Spiegelman, un trofeo, transformarse en Margo, una chica, ante los ojos de Q. Y es que el mismo Q admite que hasta cierto punto, nunca había pensado en Margo como una chica, como una persona, y eso es lo que termina ayudándolo a encontrarla, porque para conseguirlo tenía que comprenderla, ser ella.
Pero eso es algo complicado, porque uno nunca conoce a otra persona del todo. Se repite la idea a lo largo de esta segunda parte de que vemos a los demás a través de espejos y no de ventanas: en cada persona que conocemos vemos los aspectos que nos recuerdan a nosotros mismos y cuando los otros nos muestran quiénes son en realidad nos sorprendemos, aunque haya estado ante nuestras narices años.
En resumen, es un libro recomendable, a pesar de leerse despacio, aunque creo que ésa es la única manera de leerlo, analizándolo poco a poco, tomando notas y subrayando frases, dejando que las palabras te marquen igual que marcaron a Quentin y Margo.